El día que le puse a Valesca Popozuda la piel de gallina

 Era mi segundo carnaval trabajando como reportera de cultura y esa vez había zafado de cubrir a los desfiles de las escuelas de samba en Florianópolis. Me asignaron algo mucho mejor: entrevistar a Valesca Popozuda antes de su show en el carnaval del gobierno de la ciudad, en pleno centro.
A diferencia de casi todas las veces que me asignaron notas con personas famosas, no estaba nerviosa, ansiosa, insomne, ​​ni tuve taquicardia en los días previos a la entrevista. Creo que sentía que estábamos más cerca, Valesca y yo. Al menos más que Bumblefoot o Erasmo Carlos. No sabía mucho de su música y ni siquiera la admiraba como artista, pero era mujer y en ese momento llamaba la atención por sus comentarios feministas.
El solo hecho de no tener que estar toda la noche en la pasarela de Nego Quirido viendo los desfiles me hizo sentir que esa agenda de carnaval era prácticamente un descanso.
Cuando el fotógrafo y yo llegamos al backstage a la hora estipulada por la asesoría de prensa del evento, ya había otros periodistas esperando y pronto se sumaron otros. No estaba entendiendo cómo sería el esquema, porque nadie había comentado que sería una conferencia de prensa y ni siquiera había espacio para ello detrás del escenario.
Pasaron los minutos y todavía estábamos allí, reporteros, fotógrafos y camarógrafos, esperando el momento de entrar al camarín y entrevistar a Valesca antes de que ella subiera al escenario. Finalmente, apareció alguien del staff, informándonos que cada vehículo tendría 10 minutos en el camarín y que entrarían primero los equipos de televisión, que, según recuerdo, eran dos. Los dos reporteros de televisión pasaron del tiempo pactado y, por supuesto, que lo pagamos nosotros, los periodistas de los diarios. La misma persona que nos había dado las primeras instrucciones regresó para decirnos que en realidad tendríamos unos miserables cinco minutos para entrevistar a Valesca y sacar las fotos.
Tenía algunas preguntas escritas en mi cuadernito y resalté las principales, ya que no tendría tiempo de hacerlas todas. Cuando anunciaron que yo sería la próxima en entrar al camarín, toda esa tranquilidad y paz de espíritu se convirtieron en una ansiedad repentina. Respiré profundamente. Era solo Valesca Popozuda, no Madonna.
Entré ya con la grabadora del celular prendida para no perder el tiempo. Ella estaba parada frente a una pancarta de las marcas que patrocinaban el evento, luciendo una especie de traje de baño rojo brillante, escotado y con mangas largas. Entré y la saludé mientras mi compañero fotógrafo ya estaba tomando fotos para aprovechar el tiempo.
Empecé con una pregunta relacionada con que ella había cambiado el desfile en Río para hacer shows y luego pasé directamente al tema del momento. "¿Cómo te sentís al ser considerada por muchas chicas como una de las nuevas voces del feminismo?" Ella, que sonreía todo el tiempo, hizo entonces una pausa para respirar profundamente. Luego levantó el brazo izquierdo a la altura del pecho, lo señaló con el dedo índice de la mano derecha y dijo: “Ay, hasta me puso la piel de gallina con la pregunta, mirá”.

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