Y entonces le dije adiós a Belgrano

Me acuerdo como si fuera hoy mi primera mañana viviendo en Belgrano, en junio de 2015, y si no lo recordaba, tendría este mismo blog para refrescarme la memoria. Desde ese día, nunca quise irme del barrio y fui sumando historias y recuerdos que dificultaban dejarlo atrás.

Viví unos meses en la Avenida Juramento, un corto período en la calle Jorge Newbery, luego unos meses más de regreso a Juramento y un pequeño desvío de dos años cuando viví en el barrio vecino, Colegiales, donde solo media cuadra me separaba de mi Belgrano. Luego volví oficialmente a él y pasé los últimos tres años allí, en la calle Vidal, casi esquina con Avenida Juramento. Sí, ella otra vez. 

Cada vez que tenía que mudarme llegaba a considerar otros barrios, pero sentía una nostalgia anticipada en solo pensar no caminar más por las calles de Belgrano todos los días, pero esta vez sucedió. Yo lo dejé ir. Quiero decir, me fui de él.

Ahora soy la más nueva vecina de Palermo, el barrio más trendy de la ciudad. Nadie jamás vino a Buenos Aires sin visitar Palermo. Y admito que lo estoy disfrutando. El problema es salir de acá, ya que simplemente todo lo que necesita una persona está a menos de 500 metros. Todos los deseos que un ser humano puede tener se satisfacen fácilmente caminando unas pocas cuadras. Vino tirado, pizza de masa madre, waffle con forma de pito, depilación láser, crossfit, disco de vinilo, libro nuevo, libro usado, gin tonic, cosmopolitan, helado de mousse de maracuyá, dumplings, café colombiano, un corte de pelo, un kilo de frutillas, alga nori, una camisa de flores, un pijama de dinosaurio, un plato de ravioles o un picaporte nuevo.

Y como estoy en una parte más clásica del barrio, que no es el camino a ningún boliche palermitano, tengo todo esto sin tener que resbalarme en vómito juvenil en la puerta de mi edificio.

Diría que si hubiera sabido que era tan bueno habría venido antes, pero el caso es que no estaba emocionalmente preparada para despedirme de Belgrano. Creo que haber terminado y finalmente publicado mi libro, cuya historia transcurre en él, fue el desprendimiento necesario para este nuevo paso hacia el barrio vecino. Pero todavía amo a Belgrano, solo que ahora a distancia.

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