Odio nuestro de cada día

 Primero pensé que todo era una gran mentira, que tener una dieta saludable y hacer ejercicios diariamente no traía ningún resultado. Esas mujeres de Instragram con el six pack en la panza solo podrían ser una estafa. Pero luego me convencí de que mi cuerpo es defectuoso. No en el sentido de que le falte o haya algo de más que impida su perfecto funcionamiento, sino porque él simplemente no reacciona a esos estímulos.

Justo antes de la pandemia, de una vez por todas había empezado a comer decentemente y dejar de fingir que lo hacía, como venía sucediendo en los últimos años. Lo mismo pasó con la actividad física. Nunca tuve una rutina saludable que durara más de seis meses y ni tampoco tan regulada como la que tengo hoy, y ahora que finalmente superé todos mis límites puedo decir que: no sirvió de nada.

Solo para que odie a mi cuerpo aún más. No tenía tantos problemas con él, básicamente no me importaba tanto como lucía, no le prestaba mucha atención, algunas cosas me molestaban, pero no me quitaban el sueño. Solo intentaba no comer demasiado porque tengo hipotiroidismo. Tener hipotiroidismo significa que para quemar las calorías de UN Rocklet tengo que correr 16 quilómetros.

Sin embargo, al empezar a hacer ejercicios a diario (literalmente, de lunes a lunes), disminuir un 80% el consumo de azúcar y eliminar casi por completo los ultraprocesados, hacer ayunos intermitentes tres veces por semana, reducir el consumo de alcohol y cambiar todo lo refinado por integrales, esperaba resultados. Todo el mundo espera resultados después de un esfuerzo, supongo. Pero simplemente no aparecieron. Y entonces empecé a odiar realmente mi cuerpo.

Porque si antes no estaba totalmente satisfecha con él era porque comía dulce de leche todos los días, tomaba cerveza todos los fines de semana, ponía azúcar en el café y el sedentarismo era mi religión. Era mi culpa. No estaba contribuyendo.

Solo que ahora lo estoy y por lo tanto ya no es culpa mía.

Podría hacer como Ronaldo y culpar al hipotiroidismo, pero eso no hará que me odie menos, desafortunadamente.

Y no puedo dejar de lado todo ese esfuerzo y esperar que mi cuerpo permanezca igual. No. Hay un tema ahí. Puede ser que ni siquiera mejore con todo lo que hago, pero si dejo de hacerlo, sé lo que pasará. Otra alternativa sería aceptarme como soy, pero sabemos que esto es utópico.

Como todas las mujeres, también estoy programada para odiarme a mí misma y me odiaré más a cada cumpleaños. Porque, al fin y al cabo, cometí el delito de tener 30 años y cometeré otros a lo largo de los años y con ellos vendrán más y más odios que manejar.

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