No conozcas a tus ídolos

 Y si ya está muerto, no leas su biografía. Posta.

O leela, pero preparate para descubrir que él es una persona. Igual a ti. Ahora pensá en la cantidad de mierda que hiciste en tu vida. Pues bien, tu ídolo es uno de esos. El mío también lo fue.

Hace más de una semana que terminé de leer la biografía de Gustavo Cerati y todavía no me recuperé. No solo porque descubrí que él era un ser humano, sino porque de repente su muerte, que siempre me dolió, me destrozó un poco más. Aunque solo me hice fan cuando él ya estaba muerto, nunca acepté su muerte. Me parece injusta. Conmigo, con la gente que le gusta, con Benito, con Lisa, con Lillian y consigo mismo, aunque no cooperó mucho para mantenerse con vida.

No sabía mucho de la vida personal de Gustavo, sabía que tenía dos hijos con una modelo chilena y que el mayor tiene una banda, pero ni la mitad del talento de su padre. Ni siquiera conocía muchos detalles de cómo su cerebro y, años más tarde, su cuerpo, dejaron la Tierra. Y ahora creo que sé demasiado.

Gustavo hizo muchas mierdas, como todos nosotros. Mierdas muy particulares, como salir con menores cuando tenía más de 24 años, básicamente engañar a todas sus novias, que no eran pocas, e incluso robar pretendientes y ex novias del baterista de su propia banda. Saber sobre estas cosas fue un poco impactante, principalmente porque muchas de estas mujeres jugaron un papel importante en los discos y en el estilo de Soda Stereo y de él mismo como solista. Esto significa que sus relaciones no son un detalle menor, no son algo personal que el mundo simplemente podría ignorar. Incluso su muerte tuvo mucho que ver con eso.

Cuando Gustavo entró en coma tenía 50 años y una novia de 22. Años antes le habían diagnosticado una trombosis y había comenzado a cuidarse porque conocía los riesgos de sufrir un ACV. Pero desde el momento en que los síntomas empezaron a mejorar, mandó todo a la mierda. Volvió a hacer giras largas, a beber, a fumar dos paquetes de cigarrillos al día y a ser sedentario. El libro no lo dice con todas la letras, pero estar saliendo con una modelo casi 30 años más joven de alguna manera lo presionó para que la acompañara en su juventud y ese comportamiento fue letal.

La lectura de la parte final del libro, que narra exactamente cómo fue el ACV luego del último show de la gira Fuerza Natural en Venezuela, y los más de cuatro años que estuvo en coma, terminó por destrozarme. Estaba tan aturdida por la vida de Gustavo que parte de mi cerebro, mientras leía, deseaba que se recuperara pronto y se fuera del hospital, como si estuviera leyendo una obra de ficción en la que no supiera el final.

Y por si fuera poco, ahora todo me recuerda a él. Gustavo vivió en Belgrano, mi barrio, en diferentes departamentos y casas, durante la mayor parte de su vida. Leyendo el libro descubrí que ya pasé varias veces en frente a uno de los edificios que vivía en la calle José Hernández. Que a pocas cuadras del parque por donde camino de vez en cuando está otro departamento en el que vivió muchos años. Que a una cuadra de donde paso con el colectivo para ir a trabajar, en Zona Norte, está el estudio que montó para grabar sus últimos discos. Y que las barrancas de Belgrano fueron el punto de encuentro suyo y del bajista Zeta Bosio para ensayar en la casa del baterista Charly Alberti, en Belgrano R, al inicio de Soda Stereo.

Ahora para mi es como si se hubiera muerto dos veces.

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